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  • Writer's pictureAlejandra Díaz

Spiti Valley... y ese "no sé qué"

Updated: Jun 13, 2020

Aunque sí sé qué: montañas! Y de las más bellas que he visto. Compite con nuestra querida Cordillera de los Andes. Pero tiene algo más, y a lo largo de este post voy a tratar de ponerlo en palabras.


El plan “Spiti Valley” nació sin pensarlo luego del fracaso que significó la ida a Nepal. A lo largo de este viaje he tenido varias demostraciones de que las mejores cosas suceden de la forma más aleatoria, sin esperarlo. Y un poco fue lo que pasó en este caso. De un día para otro comenzó a gestarse este mini tour por “lo más cerca al Tibet que se puede estar en India”. En este lugar se encuentran algunos de los monasterios más antiguos del mundo (alrededor de mil años), villages a gran altura, la oficina de correo postal a mayor altitud en el mundo, entre otras particularidades, pero fundamentalmente Spiti es el sitio para encontrarse con una naturaleza virgen que emociona. Te sentís chiquito al lado de tanta inmensidad y agradecés cada instante y cada bocanada de aire que respiraste estando ahí.


Spity Valley es una región del estado de Himachal Pradesh al norte de India, cerca de la frontera con China. Se podría decir “cerca de la frontera con Tibet”, pero los chinos “incorporaron” ese país como una parte más de China. En fin, está bien al norte y maravillosamente cerca de los Himalayas.


Donde se sientan dos, se sientan cinco

Qué nos vamos a encontrar en Spiti? No sé si lo dije… MONTAÑAS, pero además un montón de minúsculos pueblos de altura, monasterios budistas y monjes, nieve, praderas eternas, caminos de cornisa, los buses más destruídos y concurridos que puedas imaginarte pero que así y todo se la bancan en esos caminos por el borde del precipicio (un error y adiós), un “approach” a la cultura tibetana, aventura y quizás la mejor parte sea los pocos turistas. Mentira. No es la mejor parte, pero es una de las cosas que más me suma en tener un buen “feeling” con los lugares.


Las rutas de Spiti

Se puede “ingresar” al valle desde Manali o desde Shimla, y hacer un recorrido circular, o avanzar y volver por el mismo camino. Lo ideal es un recorrido circular supongo, pero hay veces que eso no es posible. En mi caso no lo fue por dos factores: tiempo escaso y caminos cerrados por la nieve. Ya sea entrando por Manali o entrando por Shimla (así lo hice yo), los extranjeros necesitamos un permiso especial para circular por Spiti Valley, que se puede obtener en diferentes puntos según desde donde se acceda. A lo largo del recorrido hay diferentes puntos de control donde se debe mostrar ese permiso para poder avanzar. Uno de los lugares donde se puede obtener es en Reckong Peo y ahí es donde yo lo tramité. Y también es donde se podría decir que la esencia de Spiti Valley se comienza a percibir.


Reckong Peo quizás es uno de los pueblos más “grandes” al menos de los que yo visité. No tiene grandes atracciones, más que estar circundado por montañas nevadas. Y se encuentra a una distancia caminable de Kalpa, el primer pueblito que sería recomendable visitar. No es que tenga algo especial, lo especial es el entorno, como el resto de los pueblos en los que estuve. Y a partir de ahí comienza el adentramiento en el valle. Un detalle no menor: desde Nako en adelante se pierde señal de celular.

Kalpa, donde ya late Spiti

Nako, técnicamente no pertenecería a Spiti Valley por su localización geográfica pero se encuentra cerca y absolutamente vale la pena visitar.

Nako, desde la parada de buses

Es un pueblo pequeño (otro más) que tiene un lago (Nako Lake, no demasiada creatividad con el nombre) pero lo que más me gustó de este lugar es que acá se pueden realizar caminatas largas por la montaña. Hay varias opciones. Una de ellas es un trekking hacia una pequeña aldea de montaña, muy cerca de la frontera con China, llamada Tashigang. Cuando pregunté en Nako sobre esta caminata muchos dijeron que no era recomendable ir porque estaba cerca de China y era una zona “álgida” podría decirse. No obstante, decidí ir igual. Lo peor que podía pasar era que no me dejen avanzar. Y eso no sucedió.

Sus habitantes. Ese día había una especie de festival. No faltó nadie
Nako, desde donde comienza el trekking hacia Tashigang

El recorrido comienza atrás del lago y de a poco se va alcanzando la montaña. Se sube bastante pero también se baja, alternadamente digamos, y a lo largo de todo el trayecto se va pasando por lugares realmente increíbles. Se llega a estar muy muy cerca de esas montañas tan altas. A Tashigang no pude llegar. Caminé durante 5 horas, probablemente faltaba apenas 1 hora más, pero como el clima empezó a cambiar y no quería que me agarre una tormenta en plena montaña, emprendí la vuelta sin alcanzar el objetivo planteado. Todo el trayecto fui fascinándome con el paisaje por lo cual me auto -pregunté “cuanto más lindo que lo que he visto hasta ahora puede llegar a ser lo que queda hasta llegar a la aldea?”. Asumí que no mucho más, y eso puesto en el contexto de una probable tormenta fue lo que me terminanr de convencerme sobre la idea de volver. Capaz me perdí una maravilla, o no… nunca lo sabré.



La siguiente parada fue Tabo, cuya principal atracción es que allí se encuentra un monasterio budista que se destaca por ser el monasterio permanentemente activo más antiguo de India (más de mil años). Además funciona como guest house y tiene un pequeño museo, donde las fotos no están permitidas. No me maravilló mucho el lugar; su atractivo radica en el valor histórico y no tanto en su estética por lo cual “no me llenó los ojos” y ese fue el motivo para tomar (tan) pocas fotografías. Mala mía.


En las laderas del pueblo hay como unas partes rocosas bajas a las que se puede acceder caminando y explorar unas cuevas que en su momento formaron parte del complejo de monasterios. Tampoco me llaman mucho la atención las cuevas. Por eso las NO fotos. Pero si había un templo enclavado en lo alto del carro, que si bien estaba en reformas devolvía una imagen digna de ser captada.

El templo enclavado en el cerro que circunscribe Tabo

Luego de Tabo, la siguiente parada fue Kaza. No tiene grandes atracciones a parte de su marco natural (que no es poco) y es considerada la capital de Spiti. Es el pueblo más “grande” y el lugar desde donde se accede al emblemático Gompa Ki y las demás aldeas que conforma el valle del río Spiti: Langza, Hikkim, Komic y Kibber.


La entrada a Kaza

A Ki y Kibber se puede llegar mediante bus pero a las otras tres no, por lo cual me sumé a un pequeño grupo de viajeros que estaba en la misma guest house y rentamos una moto. Una Royal Enfield, una de las motos icónicas de India y de los Himalayas. Todas las villages se encuentran en un radio de alrededor de 20 km desde Kaza (digamos que Langza, Hikkim y Komic se ubican todas muy cerca unas de otras, por lo cual se recorren juntas, y hacia otro lado se encuentran Ki y Kibber).


El camino hacia Langza es bellísimo. Curvas y curvas entre laderas de montañas y praderas. Y el hecho de hacerlo en moto es un plus; esa sensación del viento en la cara en ese marco espectacular es difícil de poner en palabras.

Langza y sus veinte casas

Esta aldea debe tener alrededor de unas veinte casas, no más, y lo que la identifica es una estatua del Buda de la Medicina en la parte más alta del pueblo.


El Buda de la Medicina

Luego siguió Hikkim y su oficina de correos a mayor altitud del mundo, aunque algunos dicen que la que se encuentra en la base del Everest está a una altitud mayor. Da igual. Es anecdótico.

Hikkim y su oficina postal a 4440 msnm
El monasterio, el spoiler y el restaurant de Komic

Y finalmente nuestro último punto fue Komic, que como particularidad tiene su monasterio budista a 4500 (y algo) metros sobre el nivel del mar. Acá fue nuestra parada técnica para comer algo en “el restaurant a mayor altitud del mundo”. Probamos “Qu”, uno de los platos típicos de Spiti. Rico. Parece algo como pasta pero no es pasta y además tiene un montón de vegetales.






Luego avanzamos un poco más con dos objetivos: 1- llegar a alguna parte donde la nieve esté cerca y podamos llegar a ella caminando, y 2- alejarnos un poco de los pueblos de manera que pueda practicar manejar la Royal Enfield sin demasiados vehículos alrededor (y sin demasiados potenciales testigos de alguna posible eventualidad al manejar por primera vez esa moto pesada). Ambos objetivos fueron logrados con éxito.


Objetivo 1 y objetivo 2

Volvimos a Kaza y dado que era temprano a la tarde, aún estaba a tiempo de tomar el bus hacia Ki/Kibber, así que eso hice. Si bien la distancia es algo más de 20 km las condiciones del camino hacen que se tarde bastante en llegar. Por esto, llegué a Kibber casi anocheciendo, busqué donde pasar la noche y ahí terminó el día. Kibber no deja de ser bonito y además es el punto de partida de algunas caminatas que duran 7-10 días. Eso ya me excedía en tiempo, pero a la mañana siguiente decidí emprender alguna caminata corta por los alrededores. Tuve la poca suerte que el cielo estaba nublado y por momentos lloviznaba, por lo cual la vista panorámica no fue de las mejores. Volví a la guest house, recogí el equipaje y emprendí camino hacia Ki. Ocho kilómetros caminando, porque el horario del bus se me había pasado.

La escala de grises de Kibber

Ki y su gompa quizás sea la imagen más emblemática de Spiti Valley. El pueblo es minúsculo pero el monasterio es el más grande de Spiti, con unos 350 monjes. Se puede acceder y recorrer sin problemas. Consta de varias salas de rezo, algunas nuevas y otras medievales y en una de ellas aún se conserva una cama donde durmió el Dalai Lama. También hay una escuela de monjes a la cual llegué en un momento de recreo donde los niños se encontraban jugando al criquet.



El día mantuvo sus condiciones climáticas de la mañana en Kibber, por lo cual el frío me hizo abandonar el lugar rápido y emprender el regreso a Kaza, también caminando. No sin antes tomar la foto icónica del lugar. Quedaban 12 kilómetros por delante.

El ícono de Spiti, el Ki Monastery

Del cansancio que tenía no recuerdo que hice esa noche en Kaza. Pero si recuerdo que a la mañana siguiente ya tenía que empezar a retornar al mundo real y dejar Spiti Valley atrás. El bus salía muy temprano a la mañana y alguien me sugirió llegar una hora antes para conseguir tickets. El consejo fue absolutamente oportuno y luego de hacer la fila en la ventanilla pude conseguir uno de los últimos dos asientos disponibles. Después obviamente hubo una sobreventa y el colectivo fue “hasta el tope” en todo su recorrido. Cual sardinas en lata, literal. Esto fue así hasta Nako, donde tomé otro bus con destino a Reckong Peo y de ahí unos más hasta Shimla, mi punto de partida.


Los buses en India tienen la particularidad de hacer 20 millones de paradas. En India es ley: por nada del mundo se saltea una comida. Y en una de las tantas paradas de los tantos buses que tomé (no recuerdo exactamente el lugar) tuve la bendición de probar la mejor paratha del mundo. La gloria hecha pan. Y así me despedí de Spiti, con esa paratha sublime llenando mi estómago y miles de imágenes y sensaciones llenándome el alma.

La hacedora de magia

Por último, un bonus track con algunas fotos más de Spiti Valley...

Parte del Tabo Monastery. Todo el complejo es enorme
El Rio Spiti, en el trayecto entre Tabo y Kaza
Tabo-Kaza fue haciendo auto-stop. Dos monjes me llevaron. Y a la pequeña
El Monasterio de Kaza
Los Ibex, una especie característica de Spiti Valley
Los banderines de colores, otra especie característica de Spiti





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